ANALISE (título provisional)

CAPÍTULO 1

   Analise abre los ojos sobresaltada, una sensación de terror invade su mente. Ha vuelto a tener una pesadilla, pero ésta era aún más real, parecía que estuviera allí de verdad. Esta vez no se situaba en su antigua casa, sino en la calle. Ella caminaba rápidamente, escondiéndose con su capucha negra, pero todo el mundo la conocía. La gente la miraba y señalaban con los dedos. De repente, en medio de la calle, aparecían sus padres pero sus caras estaban vacías de emoción. Analise corría, pero no avanzaba. Al final, aparecían ellos.

    Decide no pensar en ello, pues no sirve de nada. Sus pesadillas no ayudan en su lucha, sólo son los reflejos de sus miedos más profundos, que permanecen enterrados hasta el sueño. Durante la noche, Analise es débil. Pero no puede permitirse ser débil cuando cumple con su deber. El miedo la entorpece.

    Coge unos tejanos rotos, y su sudadera negra. Se mete en el baño y enciende la ducha. El agua sale marrón, así que espera unos minutos a que se aclare. Es el precio que hay que pagar para pasar desapercibida, un motel de mala muerte es ahora su hogar. Es el lugar al que regresa al atardecer después de haber aprovechado al máximo el día. Por la noche no sale, la ciudad es peligrosa para ella cuando la noche cae sobre las calles. Sería un suicidio salir, es cuando sus enemigos están más cerca y más alerta.

    Al fin, el agua se torna casi cristalina, lo máximo que se puede esperar de ese sistema de tuberías. Funciona igual que el sistema en el país. Sonríe por primera vez en días, quizás en años, mientras piensa en la comparación. Son como una instalación de tuberías oxidadas y atoradas, ¿soy yo la fontanera? piensa mientras se quita el improvisado pijama y se mete a la ducha. 

    El agua helada que sale de la alcachofa la reconforta. Sentir el frío en la piel la despeja, pone sus sentidos alerta y la deja lista para la siguiente batalla. Se enjabona el cuerpo y se aclara poniéndose debajo del chorro. Coge la toalla colgada de la mampara sucia de la ducha y se seca rápidamente.

   Limpia el espejo empañado y observa su imagen:su melena negra le llega hasta justo debajo de las orejas, sus ojos verdes muestran una mirada cansada, y debajo de ellos las bolsas acentúan aún más su falta de sueño, los labios están llenos de costras a causa de los cambios de temperatura, su piel es blanca como la nieve. Ya no queda nada de la bonita niña que era antes, no hay rastros de sus vivos ojos, de su cabello rubio platino largo hasta el final de la espalda, ni de sus labios carnosos o su piel rosada. Se pone la ropa y, acto seguido, sale del cuarto de baño. Su imagen en el espejo no se borra de su mente. La guapa hija de los Bouvier es ahora una mujercita demacrada, a la cual se le notan casi los huesos del cuerpo.

    En la cocina encuentra unas barritas de chocolate medio derretidas que devora en un par de bocados. Rebusca en la cartera de cuero robada que está en la mesilla: quince euros. Tengo que robar otra, necesito dinero piensa para ella misma. En los últimos años ha perfeccionado el hecho de robar, lo ha convertido casi en un arte con sus engaños y elegantes manos. Coge el dinero y se lo mete en el bolsillo. Recorre la habitación con la vista, no hay nada más que coger.

   Se acerca a la puerta y mira por la mirilla. No hay nadie, pero acerca la oreja a la puerta para escuchar algún ruido que delate un ataque. Aunque es discreta y se asegura de que nadie sepa dónde está su piso franco, prefiere ser previsora y no confiarse. Siempre hay alguien que puede verla y avirsarlos.

    No oye ningún ruido, así que desconecta la pequeña bomba que sirve de seguridad, y sale al pasillo. Baja las escaleras con cuidado, mirando al girar en cada tramo de escaleras. Justo antes de salir al exterior, comprueba que no hay nadie esperando, ni vigilando el edificio.

    El aire caliente impregna la calle, los vendedores ambulantes aprovechan la ola de calor para vender ventiladores y aparatos de aire acondicionado de origen misterioso. A pesar de que el calor no le gusta, la pone de mal humor, hoy tiene fuerzas. Hoy va a ser un gran día, piensa Analise sonriendo para sus adentros. Es una gran oportunidad para ganar una batalla por fin, últimamente todo han sido derrotas, pero hoy es diferente: ha conseguido una cita con uno de ellos.

   Es solo un informático que trabaja arreglando ordenadores en uno de los bufetes que controlan, pero el hecho de que sea un peón poco importante significa que no lo controlarán como pasó con la mayoría de los abogados con los que intentó contactar, unos la mandaron directamnte a una trampa y otros que querían colaborar acabaron muertos "misteriosamente", flotando en el río. Pero ésto es diferente, empezar desde lo más bajo y ascender en la pirámide del poder.

    Gira por un callejón para perder a posibles espías, y sale por la calle principal donde está el Irish Pub. Es una taberna irlandesa donde ha quedado con el empleado del bufete, ella es su "cita a ciegas". 
  Los nervios le recorren todo el cuerpo, las manos le sudan y le duele un poco la cabeza. No puede fallar, así que se tranquiliza a sí misma. Se ha tomado demasiadas molestias creando su perfil en la web de contactos, y elaborando un personaje que se adaptara a la persona que busca él. El resultado: amante de los perros y las novelas rosas, pasear y escuchar Stevie Wonder como hobbies, llevar ropa cómoda y simple como filosofía.Al menos tenemos algo en común, la ropa cómoda es lo mejor.

    Ha llegado a Irish Pub, pero no entra de seguida. Da una vuelta por la manzana para asegurarse de que es seguro. No hay nadie. Se permite entonces entrar en la taberna. Se sorprende de la ambientación, muebles de madera, tréboles, mesas de madera vieja con sillones forrados de verde. Lanza un saludo rápido a un camarero que está limpiando la barra. Recorre la taberna con la mirada, y se para en una de las mesas donde un chico con el pelo moreno rizado y gafas grandes de pasta está sentado. Lleva una camisa blanca y unos tejanos de color negro. El chico levanta la vista hacia Analise, ella fuerza una sonrisa lo más naturalmente posible. El chico le devuelve la sonrisa y levanta una mano agitándola.


    Analise se acerca a la mesa mientras piensa, empieza la acción.


 

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